Happy New Year 2006 - in legalese

El año pasado envié este mensaje a algunos amigos angloparlantes -adaptado por mi de un saludo de navidad que andaba circulando por internet- , que ahora posteo como mensaje findeañero del blog:

Please accept without obligation, express or implied, these best wishes for an environmentally safe, socially responsible, low stress, non-addictive, and gender-neutral celebration of the new year´s eve as practiced within the most enjoyable traditions of the religious persuasion of your choice (but with respect for the religious or secular persuasions and/or traditions of others, or for their choice not to practice religious or secular traditions at all) and further for a fiscally successful, personally fulfilling, and medically uncomplicated onset of the generally accepted calendar year (including, but not limited to, the Christian calendar, but not without due respect for the calendars of choice of other cultures). The preceding wishes are extended without regard to the race, creed, age, physical ability, religious faith or lack thereof, choice of computer platform, or sexual preference of the wishee(s).


Está escrito en inglés "legalese", ese lenguaje que vemos en los manuales de los artefactos y en la letra chica de los contratos internacionales. El legalese, una forma de redactar que quiere agotar todas las posibilidades que conflictúen al emisor del mensaje, se caracteriza por su minuciosidad perogrullesca y por su afán de corrección política (por eso se preocupa en desear feliz año dejando a salvo el debido respeto por religiones o tradiciones que tengan períodos diferentes, etc.).

El lenguaje "legalés"

Estos escritos tienen además una función de protección jurídica contra demandas civiles, y por supuesto no se limitan al inglés. Van desde lo que solemos ver en las bolsas de nylon, "This bag is not a toy", hasta un rosario de aclaraciones que parecen obvias, pero que al que redactó el texto se le ocurrieron que eran necesarias para el deslinde de responsabilidad.

Podría decirse que este legalés "contractual" es distinto del legalés "legislativo", que es la hipertrofia de tecnicismo que se dan a la hora de redactar las normas por parte de las legislaturas o los entes reguladores. Ambas especies pueden exhibir ejemplares muy pintorescos, pero que se parecen en la forma en que multiplican la sensación de distanciamiento de la ciudadanía con el derecho.

Otra de las características del "legalés" es que es algo difícil de traducir: se puede hacer, pero los resultados quedan feos. Lo que pasa, a decir verdad, es que ya son ilegibles en el original. En cualquier caso, no intentaré hacerlo aquí, menos a esta altura del año.


By the way: los "premios Stella" y las leyendas urbanas sobre derecho de daños

El legalés contractual ha dado origen a un montón de advertencias bizarras y etiquetas muy graciosas:


- En una sierra Sueca de motor: No intente detener la sierra con las manos o los genitales.

- En una pastillas para dormir Nytol : Advertencia: puede causar somnolencia.

- En disfraz infantil de Superman : El uso de esta ropa no lo habilita para volar.

No me consta su autenticidad, pero los he visto en correos spam. Y hay un montón de otras historias que también suelen circular en internet y pasan como ciertas. Incluso creo que mi admirado Javier Marías llegó a publicar algo de lo que pongo más abajo en una de sus sabrosísimas columnas de "El País", dándolas por buenas. Son viñetas divertidas y tienen gancho, y están fantásticamente redactadas, aunque, ay, no son más que leyendas urbanas.

Véase uno de los más difundidos y graciosos "sucesos":

El señor Merv Grazinski, de Oklahoma City. En Noviembre de 2000 se compró una casa rodante marca Winnebago, de las grandes (de las que son a la vez coche y caravana). En su primer viaje, estando en una autovía, seleccionó una velocidad de crucero a 70 millas por hora (unos 120 km/h) y se fue a la parte de atrás a prepararse un café. No sorprende el hecho de que la casa rodante se saliera de la carretera y colisionara. El señor Grazinski, contrariado, denunció a Winnebago por no advertirle en el manual de uso que él realmente no podía hacer eso. Por ello, fue recompensado con $1,750,000 más una nueva casa rodante.

El problema es que algunos suelen dar como comunes situaciones que son altamente excepcionales o bien directamente falsas. La misma gente de los Stella Awards reporta estos casos en http://www.stellaawards.com/bogus.html

El caso que citamos se referencia -falsamente- como el "ganador" de uno de los "Stella awards", que son unos "premios" anuales conferidos a los litigantes que obtienen indemnizaciones suculentas en casos frívolos. Para que se vea cómo se tergiversan los sucesos, veamos el caso que ha dado nombre al premio, tal como está contado en muchos sitios.

El nombre de Stella viene de Stella Liebeck, que en 1992, con 79 años, denunció a la cadena McDonalds tras sufrir un accidente al caérsele por encima un café causándole diversas quemaduras, fue indemnizada con 2.9 millones de dólares. Desde entonces, en las tazas de café se advierte de que el contenido está muy caliente y que es peligroso.


La verdad es que lejos de ser una demanda frívola, la causa que inició Stella Liebeck llegó a comprobar la existencia de otros 700 casos documentados para concluir que McDonald's sabía que su café era peligrosamente caliente. Sus abogados buscaron un arreglo extrajudicial de u$s 20.000, pero la empresa no quiso conciliar. Al final, el tribunal falló con una demanda de $s160.000 (estimaba los daños en u$s 200.000, que redujo a aquella cifra por estimar que había una culpa de la víctima en un 20 %) y le confirió una suma adicional de $480.000 por el rubro de "daños punitivos".

Los "punitive damages" son un componente propio y exclusivo del sistema obligacional norteamericano que no tiene naturaleza indemnizatoria sino que se arbitra con la intención de castigar comportamientos corporativos abusivos ante la comprobada indiferencia del agente a los daños que podría causar su conducta, y que no tienen relación con el daño causado sino que se imponen con un sentido netamente disuasorio -el "deterrent effect" del que hablamos en el post de Mariano Puerta.


Estos inventos o exageraciones, empero, no tienen el único efecto inocente de ser buen material para charlas de sala de espera o de cóctel; pues su repetición -al sugerir la omniprescencia de fallos abusivos- termina siendo funcional al lobby que propugna una reforma radical al sistema de responsabilidad civil norteamericano. Recordemos que ese tópico -cuyo transplante local es el de denunciar la "industria del juicio", a veces con justicia y otras no- fue uno de los temas de campaña y una de las promesas del presidente reelecto, al tiempo que los abogados de derecho de daños (torts law) fueron uno de los principales grupos aportantes de la campaña de Kerry. (A pesar de esto, por lo que sé, hasta ahora no han habido cambios demasiado importantes).


Volviendo al principio...

A medida que escribía este post, como advertirá el lector, y con la idea de explicar algo más sobre el "legalés", me he ido desviando de mi objetivo inicial, aprovechando para meter algún renglón de data jurídica. Pero yendo de nuevo a lo que nos ocupa, y sin "legalese", quería dedicarles a todos los amigos y visitantes ocasionales de este blog deseos de éxito y felicidades en un año nuevo al que le vamos a poner -espero- mucha fe y energías.

FELIZ 2006 !